PROYECTO PARA UN VIAJE HACIA LA LIBERTAD

Mientras escribo estas líneas, seres humanos de excelente formación académica, vuelan sobre mi cabeza, tratando de asesinarme.
No tienen animosidad personal alguna hacía mi, ni yo contra ellos. Están cumpliendo simplemente con su deber…si uno de ellos consiguiera hacerme pedazos con una de sus bomba, no dormirá por ello con remordimientos, pues está sirviendo a su país, que tiene el poder absoluto para absolverle de su acción criminal.
En Why I write de George Orwell

Caminar.
Caminar sintiendo la sangre
golpear te el corazón
queriendo abrir las puertas y ventanas
que encierran tus lágrimas.
Escuchar con cautela
las seductoras palabras de unos pasos
que murmuran diabólicas promesas
de gozo
para atemperar la soledad
de un alba que no llega.
Dejarse arrastrar por el ritmo jadeante
de un aliento que aguarda expectante
ser invitado a entrar subrepticiamente por la ventana,
Sentir con regocijo el  cálido silbo del viento
bajo el brillo de una luna aureolada
cuya claridad distante se esparce hechicera
como una diáfana promesa de libertad.

Caminar sin cautela aovando el miedo
una noche de mayo caluroso,
para ir al encuentro
del intenso perfume de las flores
que granan de esperanza
patios, plazas y ventanas.
para demostrar que su voz angustiada
es solo un puñado de polvo amalgamado de rocío
bajo las confusas sombras de la noche,
y sonreír con ternura
para con decidida valentía
avanzar hacía el camino
que nos conducirá
a cumplimentar el renacer del sol,
que como un diablillo travieso incandescente
escapado de la antesala del infierno
aguarda poder entrar alborozado
por puertas y ventanas
para depositar una luz mefistofélica
de poesía rebelde
en  todos los rincones de la casa,
acompañada por los estridentes graznidos,
que a modo de saludo,
le entonan  un oleaje de gaviotas madrugonas,
que como si se tratase
del contrapunto de una discordante polifonía  atonal,
quisieran confraternizar, cantando a porfía, por lo inesperado de esta insurrección matinal sorpresiva
al habernos desprendido no solo del sueño de la falsa libertad neofascista
que ofrece el mundo de la tribu
de los caudillos tonsurados con el lenguaje
de los  140 caracteres,
a la espera de dar la bienvenida,
lanzando flores
bajo la forma de votos,
al nuevo Hitler para el siglo XXI,
sino también de su repetitivo arrebato militar:
“la guerra es la paz y su fin justifica los medios”.

Enrique Ibáñez Villegas